Paraíso para dos – Capítulo 23

Ya sucedió el tan esperado encuentro. ¿Fue como lo imaginaban? ¡Cuéntenme!

Disculpen que no conteste a cada comentario individual, pero créanme que leo cada uno con mucha emoción. Para evitar spam, apruebo cada comentario, por eso a veces tardan un poco en publicarse.

Y ahora… ¿qué va a suceder? Están a punto de saberlo.

Capítulo 23: Al descubierto

Candy abrió los ojos para encontrarse en una habitación elegante aunque pretenciosa. Lo primero que vio fue el rostro angustiado de Albert y, un poco más al fondo, distinguió la figura de Neil.

-Albert…

-Mi amor, mi amor, estoy aquí -contestó él, besándole las manos-. ¿Cómo te sientes?

-Estoy bien -mintió Candy, pero su voz delató su debilidad física.

-El doctor no tardará en llegar. Neil ha sido tan amable de prestarnos su habitación y ahora…

-Y ahora los dejo para que hablen -completó Neil, con la cabeza baja. Dio media vuelta y salió, cerrando la puerta tras de sí.

Candy y Albert se miraron a los ojos por primera vez en mucho tiempo.

-Apenas puedo creer que al fin te encontré -dijo Albert, apretando la mano de Candy entre las suyas.

-Albert, no puedes estar aquí, tienes que volver con tu familia… pero si tu familia es… ¡oh, estoy tan confundida!

Candy se pasó una mano por la frente y frunció el ceño.

-Mi amor, ya habrá tiempo para que hablemos -dijo Albert-. Por ahora lo que importa es asegurarnos de que tú estás bien… de que… nuestro bebé está bien.

-¿Cómo lo supiste?

-¿Recuerdas que me presenté como William Ardlay?

-Ahora lo recuerdo… ¿Eso es verdad?

-Sí. Mi nombre es William Albert Ardlay: el tío William de quien tanto has oído hablar.

-El tío William… Entonces, cuando Neil ha llamado para buscarte…

Albert asintió.

-¡Lo que debiste pensar de mí! -lamentó Candy.

-Supe de inmediato que el bebé es mío. No podía ser de otra manera.

-Sí, Albert, es tuyo… Ahora me quedo tranquila. Sé que nuestro hijo estará bien, aunque no puedas volver conmigo.

-¿De qué estás hablando? ¿Por qué no podría estar contigo?

-Por tu familia… tu esposa, tus hijos…

Albert quería hacer mil preguntas y dar otras tantas explicaciones, pero se contuvo para no agitar a Candy.

-Candy, creo que hay una gran confusión. Yo no tengo otra esposa, mucho menos, hijos. En verdad, tenemos tanto que aclarar, y lo haremos, poco a poco. Por ahora, baste decir que no hay nada que impida casarme contigo con todas las de la Ley, y dar a nuestro hijo su legítimo lugar…

El chirrido de la puerta al abrirse los interrumpió. Se trataba de Neil, seguido de otro hombre.

-El doctor ha llegado ya -dijo Neil, antes de ceder el paso al hombre que venía detrás.

-Buenas, tardes, soy el doctor…

-¡Brooks! -exclamaron Albert y Candy al unísono. 

Al Dr. Brooks le tomó unos segundos reconocer a Albert y a Candy, debido a sus atuendos finos, rodeados de tanto lujo. Se quedó como estatua de cera, paliducho, y parecía que en cualquier momento se echaría a temblar. 

-¿Ustedes conocen al dr. Brooks? -preguntó Neil, confundido.

Candy fue la primera en recomponerse lo suficiente para hablar.

-Así es. De mi tiempo en el Hospital Santa Juana.

Albert estuvo a punto de echarlo a gritos de allí, pero resistió sus impulsos únicamente por la urgencia de atender a Candy. Con una voz pausada y llena de mando, dijo:

-Brooks, espero que entienda lo crítico de la situación y atienda a la Sra. Ardlay con todo el cuidado que merece.

-Así… así será, desde luego -contestó Brooks, sudoroso.

Revisó sus signos vitales, hizo las preguntas de rutina, y afirmó que la Sra. Ardlay gozaba de buena salud y que estaba en condiciones de caminar en cuanto hubiera descansado un poco.

Neil, que se había ausentado para que examinaran a Candy en privado, volvió para preguntar si el doctor podía atender a su madre y a su tía, que estaban muy afectadas de los nervios.

-Por supuesto que lo están -dijo Albert entre dientes, con un sarcasmo que no fue capaz de ocultar.

Brooks había pasado toda la consulta evadiendo la mirada de Albert, y haciendo el mínimo contacto visual con la paciente.

-Cand… Sra. Ardlay, si no tiene inconveniente, voy a atender a las señoras.

-Ningún inconveniente, vaya a atenderlas, si hace favor -contestó Candy en un tono cortante, inusual en ella.

Cuando quedaron a solas, Candy rogó a Albert:

-Vámonos de aquí… tenemos tanto que hablar, pero no aquí. No sé explicarlo, pero, mientras siga en esta casa no podré tener descanso. 

Albert la tomó en brazos y la llevó hasta el auto que esperaba por ellos, seguido de Georges, sin que nadie se atreviera a oponerse.

Hicieron el trayecto en silencio, hasta llegar al Edificio Ardlay, en el centro de Chicago. Un moderno elevador mecánico, de los primeros que se habían instalado en la ciudad, los llevó al departamento privado de Albert, en lo alto del edificio.

Candy se recostó en el sofá de cuero, y admiró el lujo a su alrededor. Los muebles eran de maderas preciosas con detalles en bronce. Todo era elegante y sobrio, como el propio Albert en ese momento. A pesar de que se habían reunido finalmente, y que tenían grandes motivos de felicidad, había algo que no lo dejaba en paz.

-Hace rato, hablaste de que yo tenía otra esposa -dijo él al fin-. Dime… ¿fue esa la razón por la que te marchaste?

-Sí, Albert. Jamás habría podido separarme de ti si no hubiera creído que había una razón de peso.

-Si no quieres hablar de eso ahora, lo entenderé, pero quisiera saber qué te hizo pensar que yo tenía otra familia.

-El mismo día que fuiste a ver a Georges, vino una mujer que se presentó como tu cuñada. Dijo que habías recuperado la memoria y que te negabas a volver con tu esposa por mi culpa.

-Candy, todo eso es una locura… ¿cómo pudiste creer algo así de mí?

-Ella… tenía una foto de tu boda, yo misma la vi.

-¿Una foto de mi boda? ¡Eso es imposible! 

-Sí, Albert, no podía creerlo. Lucías tan distinto, con el cabello peinado hacia atrás, mirando al frente, sin rastro de alegría en tu rostro, pero eras tú.

Albert presionó entre sus dedos el puente de la nariz y cerró los ojos, intentando comprender cómo había sucedido aquello. Repentinamente alzó la cara, y con tres pasos llegó hasta el otro lado del salón. Buscó entre unos papeles y encontró lo que buscaba. Volvió hasta donde Candy lo esperaba, estupefacta.

-Candy, mira esto, ¿te refieres a esta foto?

Candy tomó entre sus manos el título universitario de Albert, tenía una foto ovalada con su rostro.

-¡Sí, te veías exactamente así!

En ese momento, Albert comprendió lo que había pasado. 

-Esa foto de bodas fue un fotomontaje… ¿Por qué? ¿Para qué!

El rostro de Albert se quedó sin color. Solo había una persona con los medios y los alcances para una jugarreta de ese tamaño. Una oleada de ira lo invadió, instintivamente se apartó de Candy. Fue hasta el otro extremo del salón y de un manotazo hizo volar un valioso jarrón que se hizo añicos al caer al piso. Enseguida se arrepintió de haberlo hecho, pues con eso había asustado a su esposa.

-¡Perdóname, Candy! -fue lo último que pudo decir antes de caer de rodillas al suelo, con el rostro entre las manos.

Candy fue hasta Albert y él se puso de pie para abrazarla, llorando a lágrima viva.

-Lo siento tanto, Candy. Lograron hacerte daño y yo no pude protegerte. Pero te juro que nunca más volverán a separarnos. Ya he pagado mil veces por el nombre que llevo y ahora lo haré valer.

Continúa en Paraíso para dos Cap. 24

13 thoughts on “Paraíso para dos – Capítulo 23

  1. Buenas tardes .Mary muchas gracias por este nuevo capítulo fue muy bello 😍👏🏻🤗 Por fin están juntos los dos tortolos siiii . Ahora va arder Troya 👍🏻 Albert se llevó a Candy a su departamento y dudo que la dejé salir de hay hasta que no ponga a esas dos 🐍 en su lugar. Están temblando esas dos 🐍 por que saben que están en un gran problema

    1. Que Emocionante 🙃. Me alegro que estén juntos nuevamente. Este doctor Brook me trae mala espina, 🤔pero si algo pasa, Albert sabrá defenderla y ella, ojalá no se deje engañar nuevamente 🥺

  2. Buenas amiga Mary gracias por este nuevo capítulo fue muy bello Al fin los dos tortolos están juntos siiii🤗👏🏻🌹🌹 . Se llevó a Candy a su departamento. Ya sabé quien lo separo de su amada e hijo, los va a cuidar con mucho amor 🤗 y dudo que – dejé salir a Candy de hay hasta que le de su justo castigó a esas dos 🐍 . Como no van a estar nerviosas si saben que están en grandes problemas

  3. Hola Maria. Que magnífico capitulo. El gran reencuentro entre Albert y Canfy.🥰🥰🥰Solo que a más de uno le van a cortar las alas🤣🤣. Quiero ver al gran Patriarca ejerciendo su autoridad. No tardes en publicar. Saludos.

  4. Que buen capítulo me imagino la cara del dr. Que se preparen las arpias esto les va a salir caro
    Siento pena con Nell pero no podría ser de otra forma. Gracias por actualizar esta súper buena

  5. Siiii, por fin, me tenías con el Jesús en la boca, jajaja, en serio yo agarraba al doctor y le daba dos que tres porrazos, mira que los hizo sufrir y más a esa mujer que se hizo pasar como cuñada…uy!! Mira que yo la desgreño, jajaja, muchas gracias por actualizar, esperaba con gusto tu capítulo, saludos

  6. Espero Albert les dé una buena y merecida lección a esas serpientes y ese doctor algo tendrá que pagar también 😒 me encanta que poco se aclaren las cosas

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